Este artículo aborda la arquitectura de Alvar Aalto desde la consideración del recorrido como una estrategia fundamental. La atención hacia la circulación de los usuarios, y los espacios y elementos que los propician, permite analizar su obra desde paradigmas alejados de lo descoyuntado, roto y discontinuo, características usuales que ha utilizado la crítica para adjetivar sus proyectos. Para todo ello se analizan sus primeros años de ejercicio profesional, concretamente el periodo que va de 1926 a 1928. Durante esos años, Aalto desarrolla una serie de encargos en Jyväskylä, Turku y Viipuri, en los que consolida una manera de estructurar los proyectos basada en los mecanismos de aproximación, ingreso y circulación interior. Más allá del cambio de lenguaje que se produce durante esta época, interesa destacar ciertas herramientas proyectuales que utilizará a lo largo de toda su carrera.