Una lección necesaria

Durante la crisis centroamericana de finales de los setenta y principios de los ochenta, producida por la así llamada “profunda crisis de legitimidad del orden político”, expresada por medio de una serie de enfrentamientos de diverso tipo entre organizaciones de la sociedad civil y el Estado, y que fueron uno de los resultados del estilo autoritario y excluyente im perante en las relaciones entre gobernantes y gobernados, aproximadamente dos millones de personas se vieron obligadas a desplazarse fuera de sus lugares de origen, para proteger su vida, su libertad y su seguridad. Algunas lograron atravesar las fronteras, pasando a constituir grupos de refugiados con status (aproxim adam ente ciento cincuenta mil personas) o no reconocidos (trescientos mil personas). M uchos, sin embargo, permanecieron dentro de sus países, con las implicaciones jurídicas y prácticas que, en los ámbitos de protección y asistencia humanitaria, tuvo este flujo migratorio, para el que no se contaba con legislación internacional ni, mucho menos, con legislación interna en favor de sus derechos humanos, a pesar de que, en principio, estaban bajo la protección de sus respectivos Estados. Y decimos en principio, porque en muchos casos fue precisamente la acción de ese Estado la que provocó su desplazamiento. [...]