Open Access
Oswaldo Reynoso y su novela
Author(s) -
Ramón Trujillo Carreño
Publication year - 2010
Publication title -
boletín de la academia peruana de la lengua
Language(s) - Spanish
Resource type - Journals
eISSN - 2708-2644
pISSN - 0567-6002
DOI - 10.46744/bapl.201002.009
Subject(s) - humanities , philosophy , art
No quiero hablar aquí del contenido de esta novela en el sentido de lo «novedoso»o de lo «interesante». Lo primero que debemos hacer, para entendernos, es intentardistinguir entre dos aspectos que no suelen tenerse comúnmente en cuenta. En primerlugar, que eso que llamamos textos no constituye una clase única, sino, como mínimo,dos. Y dos clases muy bien diferenciadas, aunque tales diferencias se ignoran confrecuencia en el uso común del lenguaje. Quiero, pues, hacer una división en el conjunto de esas cosas que llamamos textos, poniendo la atención en la forma o estructura del significado. Cuando se trata de un texto literario no hay más remedio que distinguir entre dos realidades totalmente diferentes, aunque denominadas en general de la misma manera. Yo creo que se debe hablar de texto o de «texto en sí», frente a «informe» o «relato», por ejemplo. Si hablo aquí de «texto en sí» sólo quiero diferenciar el objeto lingüístico como forma, es decir, como algo que no se puede traducir, ni expresar de una manera diferente de la que tiene. Digamos que cada «texto en sí» es diferente de cualquiera otro, en tanto que cada informe o relato pueden decirse, sin daño, de mil maneras, o traducirse a otras lenguas, pues lo que interesa en ellos no es la forma, sino el referente; es decir, ‘lo que se cuenta’, ‘la supuesta realidad contada’. El Hamlet de Shakespeare, por ejemplo, no se puede traducir, en el buen sentido de esta palabra, porque cualquier traducción no será nunca más que una simple interpretación del traductor. Y no digamos nada de la poesía: ¿quién se atrevería a traducir un poema de César Vallejo, sin aclarar, de camino, que aquello es «lo que él ha entendido o creído entender», pero no el significado del original, que es, sin duda, ese texto mismo? En las traducciones de textos literarios lo que leemos no es nunca el original —«el texto en sí»—, sino la versión del traductor, mejor o peor hecha. Y ¿quién se atrevería a traducir a otra lengua En octubre no hay milagros, con la pretensión de lograr su significado idiomático propiamente dicho? No hay duda de que esta novela se traducirá —y seguramente muy pronto—, pero ya no consistirá en este mismo texto que tenemos aquí, sino en lo que haya visto el traductor, inteligente o no. No se tratará ya de una novela de Oswaldo Reynoso, sino de lo que ha entendido tal o cual lector. Y, además, en el caso particular de esta obra, la traducción resulta tan difícil como es la traducción de la poesía, en la que sólo encontraremos lo que el traductor cree haber visto y no lo que realmente hay allí, que es la palabra en su estado prístino. La sinonimia no existe y lo que así suele llamarse es la coincidencia de dos palabras distintas señalando un mismo objeto real. Y así, dos palabras como perro y can, consideradas siempre como sinónimos no lo son ni pueden serlo por el simple hecho de que no pueden alternar en todos sus contextos posibles: llevar una vida perra; pero no llevar una vida can.