
El cuerpo como fábrica y el cirujano como su arquitecto
Author(s) -
Cristóbal Pera
Publication year - 2012
Publication title -
medica review
Language(s) - Spanish
Resource type - Journals
ISSN - 2660-6801
DOI - 10.37467/gka-revmedica.v1.1290
Subject(s) - humanities , philosophy
If the human body is really a fabric, should surgeons be considered architects, as some surgeons describe themselves today? The author raises and analyzes this question, and he concludes that vsurgeons cannot be considered as such: the architect is the creator of his work —fabric or building—, but the surgeon is not the creator of this complex biological fabric —vulnerable and subject to deterioration and with an expiration date— which is the human body. This body is the object upon which his hands and instruments operate. The surgeon cures and heals wounds, immobilizes and aligns fractured bones in order to facilitate their good and timely repair, and cuts open the body’s surface in order to reach its internal organs. He also explores the body with his hands or instruments, destroys and reconstructs its ailing parts, substitutes vital organs taken from a donor’s foreign body, designs devices or prostheses, and replaces body parts, such as arteries and joints, that are damaged or worn out. In today’s culture, dominated by the desire to perfect the body, other surgeons keep retouching its aging façade, looking for an iconic and timeless beauty. This longing can drive, sometimes, to surgical madness. The surgeon is not capable of putting into motion, from scratch, a biological fabric such as the human body. Thus, he can’t create the subject of his work in the way that an architect can create a building. In contrast, the surgeon restores the body’s deteriorated or damaged parts and modifies the appearance of the body’s façade.RESUMEN¿Si el cuerpo humano fuera realmente una fábrica, podría el cirujano ser considerado su arquitecto, como algunos se pregonan en estos tiempos? Esta es la cuestión planteada por el autor y, a tenor de lo discurrido, su respuesta es negativa: porque así como el arquitecto es el artífice de su obra —fábrica o edificio— el cirujano no es el artífice de la complejísima fábrica biológica —vulnerable, deteriorable y caducable— que es el cuerpo humano, la cual le es dada como objeto de las acciones de sus manos y de sus instrumentos. El cirujano cura y restaña sus heridas, alinea e inmoviliza sus huesos fracturados para que su reparación llegue a buen término, penetra por sus orificios naturales o dibuja sobre la superficie corporal incisiones que le permitan llegar a sus entrañas, las explora con sus manos o mediante instrumentos, destruye y reconstruye sus partes enfermas, sustituye órganos vitales que no le ayudan a vivir por los extraídos de cuerpos donantes, y concibe, diseña y hace fabricar artefactos o prótesis, como recambio fragmentos corporales deteriorados o desgastados, como arterias o articulaciones. Otros cirujanos, en la predominante cultura de la modificación del cuerpo, retocan una y otra vez su fachada envejecida ineludiblemente por el paso del tiempo, empeñados en la búsqueda incesante de una belleza icónica y mediática e intemporal, una pretensión que puede conducir, y a veces conduce, al desvarío quirúrgico. En definitiva, el cirujano es incapaz de poner de pie, ex novo, una fábrica biológica como la del cuerpo humano y, por lo tanto, no puede ser su artífice, como lo es el arquitecto de su edificio. A lo sumo, es el restaurador de sus entrañas deterioradas y el modificador de su fachada, de su apariencia.