
TIEMPO Y MEMORIA EN ESPERANDO A GODOT
Author(s) -
William Díaz
Publication year - 2017
Publication title -
folios de literatura e idiomas
Language(s) - Spanish
Resource type - Journals
ISSN - 0120-2146
DOI - 10.17227/01234870.13folios39.51
Subject(s) - humanities , philosophy , art
A mediados de la década de los cincuenta, el estreno de Esperando a Godotprodujo las más diversas reacciones entre el público y los críticos profesionales.Las respuestas del quienes asistieron a las primeras funciones en París en enerode 1952 fueron contradictorias. Algunos se quedaron dormidos en el primer acto,otros chiflaron a los actores y unos cuantos salieron insultando en voz alta aldirector y a los promotores al inicio del segundo acto, cuando Vladimir y Estragónaparecen de nuevo, como en el primero, esperando a Godot. A pesar de ello, lacrítica en general se mostró bastante entusiasta, y la controvertida obra pronto seconvirtió en un acontecimiento en la capital francesa. En agosto de 1955, la mitaddel público que asistió al estreno en Londres abandonó el teatro en el intermedio,y se cuenta que, en el pasaje en el que Estragon le pregunta a Vladimir si no tieneun trozo de cuerda para ahorcarse, algunos espectadores ingleses gritaron: “Denlela cuerda, por favor”. Al principio, la respuesta de la crítica inglesa fue muchomenos positiva que la francesa. Un comentarista escribió que Beckett “debía dejarde tomar del pelo al público y escribir obras de verdad”, y otro que la pieza era“otra de esas obras que intenta darle importancia a la superficialidad a través de laoscuridad.” Sin embargo, un crítico entusiasta comentó que la pieza lo obligaba a“admitir que las reglas que habían gobernado el drama hasta entonces no eran losuficientemente elásticas” y uno más invitaba al lector de su columna a ver la obra,diciendo que lo menos que se podría encontrar allí era “un trébol de cuatro hojas,un tulipán negro; a lo mejor algo que seguramente se hospedará en una esquinade su mente por el resto de su vida.” Sea como fuere, en muy pocos años la obrase convirtió en un clásico y, gracias a ella, el nombre de Beckett —quien, alestrenar Esperando a Godot tenía casi cincuenta años y había publicado sin éxitoya tres novelas, un volumen de cuentos y un libro de poemas— pasó del casiabsoluto anonimato a ser uno de los autores más importantes del siglo XX.