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En este artículo exploro la representación literaria de la política exterior de Estados Unidos después de las revoluciones centroamericanas en las novelas Cascabel (1998) del guatemalteco Arturo Arias y El cielo llora por mí (2008) del nicaragüense Sergio Ramírez. Estas narrativas pueden categorizarse como obras de posguerra, parte de “aquella producción novelesca que surgió después de finalizados los conflictos armados (1990) en la región, en cuyos espacios se generaron condiciones de posibilidad propias de los países que protagonizan la guerra” (Escamilla 18, énfasis en el original).1 Tales “condiciones de posibilidad” presentan una oportunidad para reconsiderar el rumbo y la identidad de la nación tras las luchas armadas. Mis interpretaciones de las novelas problematizan dichas condiciones de posibilidad en estas obras porque vemos un rechazo de lo nacional (o sea, los estados, los ejércitos y hasta las guerrillas de Guatemala y Nicaragua) y hacen patente un apoyo por las visiones globalizadoras, políticas, económicas y morales estadounidenses, al menos hasta cierto punto. Este componente crítico de las novelas lo he denominado una “autocrítica”, porque la crítica se centra en los actores nacionales centroamericanos y, efectivamente, el gobierno de Estados Unidos queda fuera de la mirada crítica. Mostraré que la política exterior estadounidense (representante del país en el extranjero) se puede leer como no muy influyente y hasta insignificante en estas novelas, lo que marca una ruptura ideológica con la representación literaria de Estados Unidos en obras literarias de épocas anteriores. Considero principalmente el papel de dos personajes ficticios que son agentes federales de Estados Unidos: en Cascabel, Tom Wright, agente de la CIA (Central Intelligence Agency), y en El cielo llora por mí, Matt Revilla (o “Chuck Norris” por su

EL PERDÓN IMPLÍCITO HACIA ESTADOS UNIDOS EN LAS REVOLUCIONES CENTROAMERICANAS EN CASCABEL DE ARTURO ARIAS Y EL CIELO LLORA POR MÍ DE SERGIO RAMÍREZ