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Cualquier análisis del panorama literario colombiano del siglo diecinueve exige una investigación de la bipolaridad ideólogica entre partidos liberales y conservadores y un análisis mesurado acerca de cómo las marcadas diferencias llegaron a polemizar la escritura finisecular del país. Este impacto ideológico imbuye a los textos de una cualidad híbrida y dispersa que hace dificil que encajen en las escuelas literarias del momento –Romanticismo, Costumbrismo o Modernismo–. En cierta medida, la escritura se utiliza entonces como plataforma para avalar programas de tendencia liberal o conservadora. Los conservadores, influidos por el tradicionalismo escolástico y ligados a los modelos neoclásicos, promueven la importancia de la Arcadia helénica católica.1 Por su parte, los liberales tienden a concebir la función del escritor como ligada a la promulgación de sus proyectos seculares y la construcción de las utopías liberales. Estas posturas antagónicas establecen un patrón en el que opera la mayor parte de la producción textual colombiana hasta comienzos del siglo veinte. José María Vargas Vila, cuya producción literaria abarca más de cuatro décadas, se destaca como el más prolífico de los escritores colombianos. La calidad polémica y literaria de sus novelas y ensayos ya es un hecho indiscutible, varios estudios recientes han rescatado su figura y sometido sus obras a nuevas perspectivas teóricas, y más recientemente la escritora colombiana Consuelo Triviño Anzola ha logrado rescatar su figura y época histórica en una novela de corte biográfico, La semilla de la ira, publicada en 2008. Vargas Vila, con más de ciento cuatro libros publicados, es mejor conocido por sus novelas de folletín como Flor de fango (1895) e Ibis (1900), cuya temática refleja una combinación del deseo erótico, lo prohibido y la moralidad. La exploración abierta durante la época de temas asociados con el erotismo ha dado lugar a la especulación por parte de algunos críticos de que su narrativa abre espacios para el surgimiento de una

ELOY ALFARO Y EL PARTIDO LIBERAL EN LA MUERTE DEL CÓNDOR DE JOSÉ MARÍA VARGAS VILA