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En la Biblioteca Nacional de México, un cronista lee un libro de César Lombroso, el criminólogo-médico italiano (1835-1909), y, entre sus páginas, se topa con una misteriosa carta firmada por un médico llamado Pedro. En ella, Pedro le confiesa a su amigo, un abogado receptor de la carta, los detalles del crimen pasional que cometió. Según la misiva, Pedro ha envenenado a su medio hermano por haber seducido a su esposa. Este es el hilo principal de la historia “El caso de Pedro”, el primer cuento del libro Croquis y sepias (1898) escrito por Ciro B. Ceballos (1873-1938),2 uno de los escritores modernistas mexicanos más representativos junto con José Juan Tablada, Alberto Leduc, Amado Nervo y Rubén M. Campos. Este cuento de Ceballos condensa el modo en el que los modernistas filtraban y se apropiaban del conocimiento “científico” y de la cultura “decadente”, los dos discursos “modernos” importados de las metrópolis europeas. Primero, la escena inicial del cuento destaca la posición privilegiada del narrador. El cronista-narrador en primera persona revela a sus lectores el secreto que supuestamente guardaban dos intelectuales pertenecientes a dos de las profesiones más influyentes (medicina y jurisprudencia) de la sociedad mexicana bajo el régimen de Porfirio Díaz (1877-1880, 1884-1911). Al mismo tiempo que la referencia al libro de Lombroso insinúa la confluencia entre la medicina, la jurisprudencia y la criminología positivistas como discursos hegemónicos de la era porfiriana, esta narración modernista invierte la posición del médico, quien se desplaza de la posición de poder del que analiza, al lugar del objeto de análisis patológico y criminológico. Segundo, aunque esta narración toma una distancia pedagógica al advertir la peligrosidad de la cultura decadente, no escatima su mirada fascinada ante el cuerpo degenerado del médico. Aunque la jerarquía entre la mirada consumidora del sujeto masculino y el cuerpo consumido del objeto femenino se reproduce en varios momentos, el carácter excepcional (un médico que contiene un genio criminal) permite varias interpretaciones potenciales sobre los cuerpos particulares que ya no se adecuan al lenguaje regulatorio.

Los duelos deformados y los crímenes pasionales en las narraciones modernistas mexicanas