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Se ha instalado con inusitada fuerza en el discurso público el concepto de “estallido social” como caracterización del fenómeno social, político y cultural que irrumpe horizontalmente en la sociedad chilena, de un extremo a otro del país, a partir de octubre de 2019, movilizando a millones de ciudadanos en protesta contra las desigualdades sociales y reclamando cambios profundos. Una primera lectura de este fenómeno es la de una sorpresiva e inesperada explosión de emociones y sentimientos acumulados en el inconsciente colectivo (rabia, impotencia, indignación, injusticia, desconfianza, incredulidad, etc.) que se acoplan espontáneamente entre sujetos con muy diversas identidades sociales y dan forma a la más profunda reacción ciudadana que se recuerde desde el fin de la dictadura militar en respuesta a las condiciones de vida que se denuncian como ya intolerables. La consigna “Chile despertó”, con su potente carga simbólica y representacional, hace de epicentro comunicacional de este proceso al dar cuenta de dicho estado de ánimo, al mismo tiempo que le otorga sentido pleno al hecho que la presencia ciudadana en las calles cambió de un día para otro la realidad del país. Un segundo momento reflexivo sobre este estallido social, por la vía de la expansión del análisis a los procesos históricos ocurridos en las últimas dos décadas en la sociedad chilena, introduce elementos de mayor complejidad, que inevitablemente tensionan las relaciones dialógicas entre la comprensión nomotética e ideográfica de la crisis social en curso. Junto con el análisis generalizado y subjetivo de este proceso interesa la reflexión particularizada del mismo si deseamos entender los componentes que multideterminan los acontecimientos en curso (“en curso” porque estamos en medio de una dinámica sociopolítica cuyo desenlace final desconocemos). El estallido social materializa el momento histórico en que la ciudadanía hace un copamiento del campo de la política, se transforma en actor social colectivo y acomete contra una realidad social opresiva que se ha tornado irresistible. Tras el espontaneísmo inicial y una aparente ausencia de conducción hay un proceso que viene caminando desde el pasado reciente, desarrollándose en los intersticios de la sociedad civil y que hace preanuncios cada cierto tiempo: la revolución pingüina, las luchas del pueblo mapuche contra el Estado y la poderosa industria maderera por sus tierras y la libertad de sus loncos, dirigentes y comuneros encarcelados, las marchas multitudinarias de los estudiantes universitarios por el derecho a la educación, de los ciudadanos contra las AFP, de las mujeres por la igualdad de género y sus derechos sexuales y reproductivos, de la diversidad sexual por su reconocimiento. Proceso ascendente y acumulativo detrás del cual está viva una experiencia de conducción social desde movimientos sociales y partidos políticos que se van articulando entre sí a medida que el proceso se complejiza y crece. En dos meses se destapa EL “ESTALLIDO SOCIAL” Y LA SALUD MENTAL DE LA CIUDADANÍA. UNA AprECIACIóN DESDE LA ExpErIENCIA prAIS

El “Estallido social” y la salud mental de la ciudadanía: Una apreciación desde la experiencia PRAIS