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Mientras Chile formó parte de la monarquía hispana diversas congregaciones religiosas se instalaron en su territorio. La Iglesia en sí misma y las congregaciones religiosas estaban amparadas por el Derecho canónico, si bien no conocidas bajo el nombre común de personas jurídicas, denominación que tan sólo empieza a utilizarse en el siglo XIX. Así, durante el período indiano la Iglesia en sí misma y las congregaciones religiosas estaban amparadas por el Derecho canónico en cuanto a su capacidad para poseer bienes y ser titulares de derechos y obligaciones, situación que era reconocida por la monarquía; bastaba para ello que fueran “Ordenes aprobadas” por la autoridad eclesiástica respectiva. Con todo, y no obstante reconocérseles esta capacidad, ello no implicaba que pudieran erigir conventos y monasterios a su arbitrio, pues para ello eran menester algunas licencias . En efecto, y tras algunas vacilaciones, por una cédula general de 19 de marzo de 1593 despachada a virreyes, gobernadores y audiencias, que “cuando en alguna parte pareciese ser útil y necesario hacer nuevas fundaciones, se ocurriese a pedirlas al Real Consejo de las Indias, con información de las causas que persuadían su utilidad y necesidad, para que vistas y consideradas en él diligente y maduramente, se

revista de estudios histórico-jurídicos

MATERIALES PARA LA HISTORIA DEL DERECHO ECLESIÁSTICO DEL ESTADO DE CHILE (I): CONGREGACIONES RELIGIOSAS AUTORIZADAS PARA ESTABLECERSE EN CHILE BAJO EL IMPERIO DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE 1833