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El romance de La hija del rey de Francia y el caballero burlado, conocido desde el siglo xv, vive todavía en la tradición oral (conta­ minado por lo general, y desde antiguo, con otros dos: La infantina encantada y Don Bueso). Su proceso de tradicionalización es no sólo de los más antiguos, sino también uno de los más palpables: sin detenernos a considerar el casi seguro origen francés de la historia que narra 1 , y dejando también a un lado, por el momento, sus vici­ situdes en la tradición oral moderna, la comparación de las versio­ nes antiguas de este romance permite advertir la activa labor de la tradición en el transcurso de unas pocas décadas. El romance de La hija del rey de Francia es uno de los más anti­ guos entre aquellos cuyo texto puede fecharse con alguna -seguri­ dad. Figura en un cancionero manuscrito existente en el British Muséum, y se atr ibuye en él, lo mismo que otras dos versiones de romances viejos (Rosaflorida y el Conde Amalaos), a Juan Rodrí ­ guez del Padrón. C o m o éste mur ió hacia 1450, MORLEY, en su cro­ nología de los más antiguos romances, coloca estos tres en el segundo lugar, hacia 1440, precedidos solamente por el Gentil dona que hacia 1421 copió Jaume de Olesa 2 . "Confieso que la atr ibución a Juan Rodr íguez me parece muy dudosa", dice MENÉNDEZ PELAYO (Anto­ logía de poetas líricos, 1^ éd., vol . X I , pág. 10, nota 2). Morley trans­ cribe esta opinión y agrega que BAIST (en GRPh, I I , 2^ parte, pág. 433) no sólo aceptaba a Rodr íguez del Padrón como autor de estas versiones, "sino que parecía pensar que compuso los tres poemas y que luego éstos fueron adoptados y transmitidos por el pueblo" . Según MARÍA ROSA LTDA DE MALKIEL (NRFH, V I , 1952, págs. 32*0-

Un ejemplo de la labor tradicional en el romancero viejo