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El drama —en términos del diccionario de términos teatrales de Manuel Gómez García— es una composición literaria en la que se representa una acción de la vida mediante el diálogo de sus personajes. Cuando el personaje es uno solo, se trata de un monólogo. Aquí aprovecharé la metáfora teatral para referirme al monólogo de la Corte Suprema de Justicia en la evolución y el estado actual de la responsabilidad civil de las personas jurídicas por el hecho de sus dependientes. Quizás no sea del todo justo caracterizar la jurisprudencia como monológica, pues el optimismo a veces permite pensar que en realidad es un diálogo a tres voces entre la judicatura, los litigantes y la doctrina. Sin embargo, tal sería un diálogo diacrónico y desigual por definición (y a veces entre sordos) pues no se da en todas las direcciones, se dilata en el tiempo sin respuestas mutuas y, por razones de necesario diseño institucional, termina —de manera tajante— en los términos en los que uno de los participantes lo señale, sin posibilidad de continuar más que por vías ajenas al diálogo mismo, como este comentario. Entonces, aunque las metáforas son limitadas, emplearé la del monólogo para ilustrar la evolución de los últimos

Del “criterio organicista” a la “culpa organizacional”: monólogo en cuatro actos