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La sistematización de la ducha popular desde finales del siglo XIX, es producto de la voluntad de eficacia militar. Este proceso parte de la centralización radial de sus instalaciones y tiende a fragmentar y seriar programáticamente su espacio y tiempo. La ducha se promueve y obliga en los establecimientos públicos, instruyendo a los niños, a los locos y a los delincuentes en la práctica de la ducha periódica como una obligación necesaria, para posteriormente resurgir como un deseo.La guerra iguala a todo el mundo como combatiente en una causa de Estado. La ducha, que inicialmente parecía exponerse como un arma de guerra, pasa a ser una máquina de Estado y presenta, para el individuo nómada, la movilidad de la ducha colectiva, concluyendo con su individualización. La ducha se introduce en el camino de su comercialización masiva, presentándose la paradoja de la individualización como síntesis de la sistematización y de la eficacia en fase de itinerancia.

La sistematización de la ducha. Del instrumento de cura al dispositivo de higiene