El pasado remasterizado: la posproducción del patrimonio cultural de México

A 50 años de la masacre del 2 de octubre de 1968 en el Conjunto Habitacional Nonoalco Tlatelolco, el jefe de gobierno de la Ciudad de México, José Ramón Amieva, firmó un mandato en el que declaraba Tlatelolco como patrimonio cultural intangible, en reconocimiento a los acontecimientos históricos ocurridos ahí, desde su fundación por los aztecas en 1337. En su discurso Amieva dejó claro que los sucesos del 2 de octubre de 1968 formaban parte de la declaratoria, al enfatizar que no se iba a permitir nunca más que un estudiante fuera víctima de agresión, mucho menos desconocer su paradero. Insertar los eventos de 1968 dentro de una declaratoria de patrimonio cultural intangible articula una nueva verdad nacional de la masacre. Esta incorporación gubernamental del acontecimiento dentro de la ahora historia de la izquierda mexicana triunfante puede difuminar su particularidad y su carácter subversivo; de ahí, que algunas voces han alertado sobre ese peligro y apostado por una concepción contracultural del patrimonio para mantener vivo y visible el reclamo de justicia social propio del movimiento del 68.