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Mi primera consideración se refiere al título que se le ha puesto a estos procesos, los que efectivamente merecen llamarse “reformas” por cuanto representan cambios estructurales profundos. Pero ante la pregunta de si el título de reforma de los procesos no contribuye a veces a generar mayores polémicas, podemos decir que el proceso en sí y el conjunto de cambios que conducen a la reforma hablan por sí mismos más que los títulos que ponemos a estos procesos desde una perspectiva teórica. Lo primero que me interesaría señalar muy brevemente es acerca de lo que llamamos “las fuerzas condicionales del cambio de salud” y la forma en que se han desarrollado en Chile. Esto explica nuestra situación actual, los avances y retrocesos que hemos tenido, y los desafíos que tenemos por delante en materia de rectoría del Ministerio de Salud en el proceso de reforma de salud en nuestro país. Obviamente, el primer factor que es necesario resaltar está vinculado a la recuperación de la democracia en nuestro país y el impacto que esto tiene en el entorno del proceso para abordar una temática de esta naturaleza. Este hecho es fundamental, considerando el grado de participación necesaria de las personas y de sus representantes en los cambios dirigidos a satisfacer las demandas más importantes que la gente, hoy día, expresa en la mayoría de las encuestas de opinión, particularmente las de aquéllos con mayores carencias. Lo segundo es constatar –un hecho que puede parecer contradictorio pero que forma parte de nuestra experiencia cotidiana– que la insatisfacción de la población no va en paralelo sino que, a veces, va en sentido opuesto a los resultados favorables alcanzados según los indicadores de salud. Los muy buenos resultados en materia de indicadores que se pueden apreciar en Chile, no

El proceso o los procesos de reforma de salud en el mundo y en la región de las Américas